Sabina inaugura "Espirelia" con un concierto apoteósico

El festival lorquino Espirelia no ha podido tener un tener un mejor comienzo que el que protagonizó el pasado sábado Joaquín Sabina en la Plaza de Toros de la localidad. El coso se llenó de aficionados para ver de cerca al genio de Úbeda, que durante más de dos horas desgranó casi todos los éxitos de su extensa carrera, tocando apenas tres canciones de su nuevo disco, ‘Alivio de luto’.


Sabina saltó al escenario vestido de negro, con bombín y con un bastón, con el que golpeaba el escenario haciendo estallar en aplausos a un público más que entregado. El cantante demostró que no es necesaria una gran inversión en decorado y otras distracciones, sino que con un escenario pequeño y sobrio y apenas cuatro o cinco músicos se puede conseguir un éxito rotundo.
El de Úbeda abrió la noche con “Aves de paso, seguida de “Ahora”, lo que fue suficiente para hacer que el público empezara a entrar en calor y a corear los estribillos.Sabina tiene repertorio más que suficiente para sorprender a cualquiera, y así lo hizo al entonar “Mentiras piadosas” y “Llueve sobre mojado”.Intercalando poemas en cada canción, Sabina creó una atmósfera íntima que refozó aún más cuando sonaron los acordes de “Princesa” y la mítica “¿Quién me robado el mes de abril?”.
Y es que en el concierto del sábado sonaron más los viejos temas que los de “Alivio de luto”, del cual sólo cantó “Nube negra”, “Pájaros de Portugal” y “Con lo que eso duele”.

Los músicos, Pancho Varona (vestido como un preso de Guantánamo) y Antonio García de Diego (de blanco) tuvieron también sus momentos de gloria. Y como no, también pudimos deleitarnos con la preciosa voz de Olga Román que, acompañada por la luz de la luna llena, hizo emocionarse a más de uno.

Tras un bis pedido a gritos con la frase “Eh, Sabina, así no se termina” el maestro salió a por todas con “El pirata cojo” y “Pacto entre caballeros”, para terminar con “Noches de Boda” e “Y nos dieron las 10”.

En definitiva, Sabina estuvo a la altura de lo que se esperaba de él y dio un concierto, que aunque duró más de dos horas, se hizo muy corto para sus incondicionales.

Lo más sorprendente de este concierto fue la gran cantidad de jóvenes que desde las ocho de la tarde nos agolpábamos en la puerta de la plaza de toros para conseguir un hueco en primera fila. Y es que el gusto por la buena música no tiene edad.

Es admirable que después de casi treinta años de carrera, 18 discos y una extensa obra literaria y poética, el flaco de Úbeda siga manteniendo el carácter amable y cercano de siempre. Dio muestras de talento y humor al introducir sus canciones con poemas de su puño y letra.
Además, se defendió, con la elegancia propia de todo un caballero, de unas malintencionadas declaraciones muy sonadas recientemente. Además, dio muestras de complicidad con el público lorquino haciendo alusión al posible ascenso a primera división del equipo local.

Un concierto espectacular donde los haya, como sólo sabe hacer el maestro Sabina.